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Yo sé cuando estoy triste o enfadado o cuando tengo miedo, son emociones que creo sabría reconocer, pero ahora no es eso, es algo diferente y nuevo ¿será que tengo ansiedad?

Estoy tenso, como en estado de alerta todo el día, salto a la mínima cuando me dicen algo, tal vez más irritable de lo normal. Me cuesta dormir, no paro de darle vueltas a temas que me preocupan, y además sin encontrar demasiada solución.

Me han vuelto los dolores de cabeza, y de estómago … y esas contracturas típicas que ya me las conozco de otras veces. También algunas pinchazos en la zona del corazón que me dan miedo. Tengo más olvidos, me cuesta retener lo que me cuentan o lo que leo. Pienso a menudo:

¿Y si le ha sentado mal lo que le he dicho?

¿Y si le ha pasado algo y por eso llega tarde?

¿Y si este dolor que tengo es algo malo?

¿Y si no he cerrado la puerta con llave?

Cuántos “y si …” Pues sí, será que esto es ansiedad. Temo ir solo a los sitios porque puede aparecer en cualquier momento del día, de manera imprevisible, sin avisar, incluso cuando estoy tranquilo o durmiendo. Es difícil relacionarlo con algo, pero se pasa mal y ya no puedo más. Tengo que hacer algo.


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Esto es lo que hace un niño de 5 años, ante la demanda de un dibujo-regalo para un ser querido que ha perdido a su padre.

Le habla del ciclo de la vida.

El sol (padre-sol) y el agua (lluvia-lágrimas), la energía primaria para la vida que da lugar al Arco Iris, con todo su esplendor y belleza. Crecen las flores, que darán de comer a las abejas para que transporten el polen a otros lugares, donde aparecerán más flores, asegurando la continuidad. Las mariposas que representan la alegría, la belleza, también la fragilidad … así como el símbolo de la metamorfosis y la potencialidad del ser humano, por su cambio de oruga a mariposa, la transformación.

El árbol bien arraigado en el suelo, fuerte, seguro, con todas las raíces (la historia vivida, el pasado) sujetando y sosteniendo todo el cuerpo del árbol. Un árbol frutal, lleno de frutos que dan de comer a pájaros, insectos, y al caer se convierten en abono, asegurando una tierra fértil.

Y termina escribiendo, con toda la sabiduría extraordinaria y efímera de los niños … “Bueno, así es la vida”.

Esforzarnos en conectar con el niño que todos llevamos dentro, seguro que nos ayudará a entender y sobreponernos de los enigmas difíciles que nos pone la vida.

Todo un regalo, Gracias Alex


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En muchos artículos y posts de psicología leemos a menudo sobre el duelo. El duelo como un proceso, un trabajo, sus fases, duelos por pérdidas de seres queridos, separaciones de parejas, migraciones a otros países, las etapas de la vida, incluso de la propia salud.. Pero nada se puede escribir junto al duelo por la muerte de un hijo.

Así como llamamos viudos, a los que pierden la pareja, huérfanos, a los que pierden los padres … ¿Como llamamos a los padres que pierden un hijo? no tiene nombre, lo que es inmombrable.

Algo se ha acabado. Ya no habrá más partidas. Debemos recoger y cambiar de juego, cambiar de vida .. Todo es diferente. Incorporar la pérdida ¿pero a dónde? ¿Donde la tenemos que poner? Parece que aquella vida no tiene existencia sin él.

Cerramos la paradeta y nos vamos juntos hacia otro camino, empezar otra historia y construirla de nuevo… qué pereza, qué pena, ¡qué rabia! Pero debemos hacerlo, no queda otra, porque queremos vivir ¡y tanto que queremos vivir! Pero otra vida, aquella no, aquella parece que no pueda ser, falta alguien esencial, y sin la esencia nada tiene continuidad.

¿Y cómo se hace? No hace falta irse a la otra punta del mundo, ni convertirnos en algo postizo. Pero hay que observarnos, bien atentos a los cambios que se darán dentro de nosotros, y aceptarnos como diferentes, un antes y un después. Y desde esta diferencia empezar a construir una historia nueva, relaciones que ya estaban pero ahora cambian, otras nuevas, ya se verá .. Como todas las vidas, que vamos haciendo, dispuestos siempre a dejarnos sorprender.

Los duelos no se curan, no se tratan, porque no son ninguna enfermedad ni nada patológico. El duelo es un estado vital, que acabará algún día y, como una energía, se transformará y dará paso a otro estado.

Los duelos se acompañan. Y aquí es donde está la gente que os quiere… acompañándoos.

En vuestra “nueva vida”.

https://torneigjanvergesblanch2016.wordpress.com/


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Suele confundirse con la “excelencia”, que sería lo positivo de las personas perfeccionistas, es decir, querer hacer las cosas muy bien, excelentes, con una actitud responsable y esforzándose por conseguir logros y metas deseadas. El sentido de la responsabilidad y la capacidad de esfuerzo sin duda son características muy valiosas.

En cambio, el “querer ser perfecto” o “hacer las cosas perfectas” tiene que ver con un miedo al fracaso y a los propios errores. Las personas perfeccionistas sufren de ansiedad, de baja autoestima, y su autovaloración muchas veces depende de lo que hacen y no de lo que son. Suelen fijarse metas demasiado elevadas y exigentes, que vividas con ese nivel de estrés pueden, paradójicamente, afectar a su rendimiento y a los resultados obtenidos.


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